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El bosque. El silencio a tu alrededor. Siempre el bosque y la oscuridad. Allí en lo alto, te observa la expectante luna. Otra noche de salvaje cacería. Otra noche para saciar tu hambre.
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Con ansias de sangre vagas por el bosque siguiendo la pista de un ciervo. Alguien más del poblado sigue la misma pista. Aullas a la luna llena y sigues olfateando los difusos senderos.
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Entre los árboles aguarda un anciano de extraños ropajes que nunca habías visto antes.
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La luna llena ilumina tu mente.
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Amanece.
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Al darte la vuelta te encuentras con Greiklor, tu más firme rival para llegar a gobernar la manada.
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Tras un cruento combate, Greiklor finalmente cae al suelo con profundas y mortales heridas. Tu cuerpo está lleno de zarpazos, pero has sobrevivido. Con un último esfuerzo aúllas a la luna llena en señal de triunfo.
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Desatas la misteriosa pócima y la abres. De pronto un repugnante olor surge de ella. Bebes de la pócima sin miedo.
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De pronto una flecha atraviesa el cuerpo de Greiklor. Greiklor cae pesadamente al suelo. Otras flechas siguen a la primera y se clavan en los árboles cercanos.
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Las frondosas copas de los árboles no dejan penetrar la luz de la luna. Te sientes sólo y perdido. Sin embargo, las voces de los cazadores han cesado.
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Amanece.
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Corres veloz. Sin embargo, sientes que muchos ojos te observan a tus espaldas. Oyes gruñidos. Ramas quebrándose.
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Perteneces a los Akruma, una antigua raza de señores del bosque a la que el dios Wolfer le concedió el don de la licantropía.
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La partida ha finalizado. Realiza los siguientes cambios en tu ficha de personaje para empezar otra:
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Los miembros de la tribu se arrodillan e inclinan sus tatuados rostros ante ti. El más anciano permanece de pie, apoyado en su vara cubierta de calaveras.
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Cruzas el bosque con escalofriantes gemidos mientras tus ojos permanecen fijos siempre adelante. Los cazadores de Ilustarr parece que han desaparecido.
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Te acercas a la orilla del lago y lentamente tus pies se hunden en las lodosas aguas. Algo te llama la atención más allá. Sobre la superficie del lago, ves el reflejo de la luna llena. Sin embargo, al levantar la vista en el cielo no hay luna alguna.
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Intentas nadar pero lo único que consigues es hundirte más y más... más y más... apenas asoman tus afiladas orejas por encima del agua cuando de repente te hundes en el lago. Sientes que te ahogas bajo las asquerosas aguas. Cierras los ojos.
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Llegas al pie de la montaña.
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Rápido como el viento, dejas atrás a los cazadores de Ilustarr. Emprendes la dura escalada a la montaña sagrada del dios Wolfer. A medida que pasan las horas te sientes cada vez más agotado.
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Te abalanzas contra los cazadores de Ilustarr. Con presteza varias flechas se clavan en tu cuerpo, sin embargo eso no te detiene. Agarras a uno de los cazadores por el cuello y lo arrojas contra un árbol. Otro desenvaina una espada que hunde en tu cuerpo. Con un escalofriante aullido muerdes el cuello del cazador.
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Esperas pacientemente.
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La nieve arremete contra tu cara. La tormenta empeora con cada paso que das, en estos instantes te encuentras hundido en ella hasta las rodillas.
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Entras en la cueva.
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Entablas un duro combate cuerpo a cuerpo con el gigantesco oso.
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Llegas al final del túnel.
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Te enfrentas a la bestia.
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Tras recorrer perdido una maraña de túneles, por fin ves en la distancia lo que parece luz exterior.
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Caminas hacia el extraño portal y lo cruzas sin miedo.
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Sigues tu camino hacia la cima de la montaña sagrada en medio de la noche.
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Cruzas el portal sin miedo.
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Llegas a la cima de la montaña sagrada.
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La lucha se presenta terrible.
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El fiero combate sigue.
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Parece que el combate está perdido, pero en un último instante tu penetrante visión observa un misterioso destello en la larga y lupina melena del dios Wolfer.
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Cada vez te sientes más agotado y te resulta más difícil continuar el combate.
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